jueves, 17 de enero de 2013

Y ahora las plantas twitean



         Y ahora las plantas tuitean

 


Sus últimos tuits pedían desesperadamente agua: “Water me please! Urgent”. Este mensaje, tecleado desde Toronto, se fue repitiendo en la cuenta de Twitter de @pothos cada vez con más urgencia. Sin embargo, en el frío mundo de las comunicaciones telemáticas, ninguno de los 3.969 seguidores de pothos le auxilió y un día, de repente, los tuits cesaron para siempre. La historia no es dramática como parece porque pothos es una Botanicalls, es decir, una planta que gracias a la inteligencia artificial y las placas Arduino ha adquirido capacidades más propias de los humanos como chatear, enviar tuits, responder preguntas y llamar por teléfono.


Su creación constituye un notable avance en las relaciones entre hombres y vegetales. La planta, que se conservará en la sección de diseño junto a las sillas de Eames y el bolígrafo Bic, es un trabajo que han ido desarrollando desde 2006 tres diseñadores especializados en proyectos interactivos, que plantean nuevas relaciones entre los hombres y las cosas, Rob Faludi, Kate Hartman y Kati London, con la colaboración de la artista Rebecca Bray.


Su funcionalidad básica, que permite a las plantas domésticas pedir agua a sus descuidados dueños, ha sido convertida en SparkFun Electronics en un kit DIY . De ese modo cualquiera que tenga un enchufe eléctrico y una conexión a Internet, podrá convertir su callada planta de interior en una marchosa planta tuitera. Naturalmente es posible personalizar el perfil, así como los mensajes.
No todas las celebridades, en el mundo de plantas comunicativas, viven en América. También las hay en España y ambas viven en Barcelona. Mister Melville Green es un helecho que habla inglés, creado por Raúl Martí, Mariona Arau y Elisabet Espelt, fundadores de la empresa barcelonesa de traducción técnica Treeloc. “Queríamos llevar a cabo una campaña de publicidad distinta, capaz de transmitir nuestra voluntad y capacidad de traducir cualquier idioma, incluso el de las plantas”, explica Martí, que comparte escritorio con Mr. Green.

Melvin está conectado a una serie de sensores que miden y traducen todo lo que le rodea, tanto las variables meteorológicas como sus condiciones físicas: luz, temperatura ambiente y nivel de humedad. A partir de todo ello, una serie de algoritmos define cuatro estados de ánimo (feliz, triste, enfadado y adormilado), que corresponden a otros tantos juegos de respuestas que un motor de inteligencia artificial utiliza para responder al usuario humano a través de tuits”, explica Martí.

¿.Hasta que punto nos hara llegar la tecnologia?

Clonación: Desde los renacuajos hasta Dolly

Clonación: Desde los renacuajos hasta Dolly

En 1996, a partir del nacimiento de Dolly, “la clonación” tomó un lugar de gran importancia debido esencialmente a que se despertaron grandes expectativas acerca de las posibilidades de generar clones humanos. Sin embargo, el interés científico detrás del desarrollo de técnicas de clonación no es para nada reciente y los primeros experimentos realizados en esta área datan de finales del siglo XIX. En aquel momento, el interés no estaba centrado en la obtención de réplicas de individuos preexistentes, sino que se intentaba responder si el material genético permanece intacto y pluripotencial a lo largo del desarrollo celular.
Los primeros aportes para responder esta cuestión fueron realizados por Hans Dreisch en 1892, quien separó una de las cuatro células de un embrión de erizo de mar y observó que tanto ésta, como las tres restantes eran capaces de arribar a individuos adultos que desde un punto de vista genético serían idénticos. Entonces propuso que la información contenida en cualquiera de las células de ese estadío del embrión era capaz de dirigir el programa de desarrollo. Este experimento muestra algo similar a lo que ocurre en la formación de gemelos y constituye un ejemplo de una de las técnicas más sencillas por las cuales se puede clonar un individuo, la gemelación artificial. En este caso vemos que los “clones” son idénticos entre sí, pero distintos de sus progenitores.




Años después (en 1914), Hans Spemann realizó un ingenioso experimento que aportó una pieza clave para entender el rol de la información contenida en el núcleo y que constituye  el primer antecedente de las técnicas de transferencia nuclear empleadas actualmente. Spemann realizó una constricción con un pelo sobre un huevo fertilizado de anfibio y separó una porción del citoplasma. La fracción que contenía el núcleo continuó su desarrollo, dividiéndose repetidamente, cosa que no ocurrió con la porción de citoplasma escindida. Luego de 16 divisiones, el núcleo de una de las células del embrión fue transferido a la porción de citoplasma escindida en un comienzo. Esta nueva célula, generada por el citoplasma de un huevo fecundado y el núcleo de una célula en proceso de desarrollo se dividió normalmente, generando un nuevo embrión. Mediante este experimento se pudo comprobar que el núcleo conservaba su potencial de desarrollo, al menos durante 16 divisiones.
 



En mamíferos, los antecedentes de experimentos exitosos de clonación datan de 1942, cuando se obtuvieron mediante gemelación artificial clones de ratas y más adelante de conejos (1968) pero hasta 1991 no se había obtenido un solo individuo adulto sano y fértil a partir de transferencias nucleares.
La pieza clave que permitió el desarrollo de la técnica de clonación en mamíferos la aportaron Ian Wilmut y Karl Campbell, del Instituto Roslin de Inglaterra. Estos investigadores observaron que los núcleos utilizados como donantes en los experimentos de transferencia nuclear no poseían exactamente un juego de la información genética de la célula, sino una cantidad variable de ADN en muchos casos marcadamente superior. Es que las células durante el estadío previo a la división celular comienzan a duplicar su material genético (fase S), que luego se repartirá entre las dos células hijas y en esta etapa hay en el núcleo una cantidad de ADN que puede ser hasta el doble de la cantidad que hay en una célula que no esté dividiéndose (como lo es un ovocito fecundado). Entonces pensaron que se podrían optimizar las chances de éxito en los experimentos de transferencia nuclear cultivando las células embrionarias utilizadas como donantes y llevándolas a un estado del ciclo celular caracterizado por la ausencia de crecimiento (G0), fisiológicamente similar al de los huevos no fertilizados utilizados como receptores y donde el núcleo posee exactamente un juego de cromosomas. Introduciendo esta modificación en los protocolos, realizaron 244 transferencias nucleares, de las que 34 llegaron a embriones en un estado en el cual pudieron ser implantados. Como resultado de esto en 1995 nacieron 5 carneros, de los cuales solo 2 sobrevivieron, Megan y Morag, los primeros mamíferos clonados a partir de células en cultivo (1).


El paso siguiente era utilizar como donante células de origen no embrionario, ya que de esta manera se podrían obtener animales genéticamente idénticos a un adulto preexistente, a diferencia de lo que ocurre con la gemelación artificial, donde los clones son idénticos entre si pero distintos a cualquiera de sus progenitores. Entonces, cultivaron células epiteliales tomadas a partir de la ubre de un individuo adulto y las llevaron a un estadío G0, para luego extraerles el núcleo que sería utilizado en la transferencia. Con esta estrategia, y como único resultado positivo de 277 ensayos nació Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula de un individuo adulto (2).


Si bien el desarrollo de Dolly fue normal durante los primeros años, luego se manifestó una artritis severa a una edad precoz para su especie, y se observó, al igual que en los demás animales clonados por esta técnica, una disminución en la longitud de los telómeros. Este punto es de gran interés, ya que la longitud de los extremos de los cromosomas (los telómeros) podría funcionar como un reloj genético, lo que ha llevado a especular acerca de cual sería la edad real de Dolly.
Finalmente, Dolly murió a los 6 años de edad (la vida media de una oveja es de alrededor de 12 años) debido a una afección pulmonar, sin que se haya podido establecer hasta el momento si esta enfermedad está relacionada a su origen clonal.

  En esta imagen podemos observar al britanico Keith Campbell , uno de los padres de Dolly

La creación de clones a partir de un animal con características genéticas  permitirá optimizar la cría de ganado en relación a un fenotipo específico. Por otra parte, mediante esta técnica se han podido generar clones transgénicos, capaces de producir sustancias de interés farmacológico, revolucionando la industria farmacéutica. Sin embargo, una de las mayores expectativas generadas está situada alrededor de la posibilidad de generar clones humanos, lo que sin duda merecerá un profundo debate ético.

Hwang se propone clonar un mamut

Hwang se propone clonar un mamut

 

Inasequible al desaliento, el científico surcoreano Hwang Woo-suk no se resiste a no dejar su huella en la ciencia. Y, mientras lo consigue —o no—, la deja en la prensa. Su último intento, después del fraudulento anuncio de que había conseguido clonar embriones humanos en 2005 que le costó una multa y perder su puesto en la universidad de Seúl, es su propósito de hacerlo con mamuts. Para ello, Hwang cuenta con la Fundacion de investigación iotecnológica Sooam, que él preside, y se ha puesto en contacto con una universidad rusa. Esta será la responsable de facilitar células de mamut congelado en Siberia hace más de 4.500 años.

A partir de ahí, el proceso será similar al que se ha seguido en otras clonaciones, empezando por el de la oveja Dolly: se toma el núcleo de la célula de mamut y se implanta en otra, en este caso un óvulo de elefante. El siguiente paso, si todo va bien, será conseguir que este óvulo mezcla de elefante y mamut (aunque con el 99% de los genes del animal prehistórico) se desarrolle a la fase de embrión para que pueda implantarse en el útero de una elefanta. Y ya puestos a seguir con el proyecto, esperar a que esa gestación se lleve a término y nazca un mamut.
La primera parte, conseguir células frescas de mamut, no es la parte más descabellada del proyecto. Pero a partir de ahí todo son elucubraciones. Si ya la clonación de mamíferos es un hecho (aunque con complicaciones), hacerlo saltándose la barrera entre especies —por muy cercanas que sean— es más difícil aún. Intentos previos, como el de revivier el burcado pirenaico, fracasaron.

Dentro de poco podremos ver los resultados de este "loco" cientifico, como en su mayoria. Quien dice que no, que en un futuro no tan lejano tengamos hasta tiranosaurios rex paseando por la Tierra.

                    Dentro de poco :